Reflexión diaria
30 Segundos Con el P. Fernando Divassi
22/5/2025
Era una mañana tranquila. El aroma del café recién hecho llenaba la casa, mientras una suave luz entraba por la ventana. El silencio fue interrumpido por los pasos ligeros de un joven que se acercó con una taza en la mano.
—Aquí está tu café, mamá —dijo el muchacho con una sonrisa tímida, entregándole la taza con cuidado.
La madre lo miró con cariño, pero al observarlo con atención, frunció el ceño.
—¡Estás manchado! —exclamó la madre, señalando una gran marca de café en su camiseta.
El joven miró hacia abajo y soltó una expresión de molestia:
—¡Demonios! Sí se nota… —dijo algo frustrado— Me derramé el café en el camino… pero no te preocupes, a ti te traje la taza llena.
La madre no respondió de inmediato. Lo observó unos segundos y, con voz serena, le dijo:
—Espera un momento… ¿y por qué se te derramó el café?
Él se encogió de hombros, con tono quejoso:
—Un tipo me empujó mientras venía… ¡por eso pasó!
Ella sonrió levemente, meneó la cabeza y con voz pausada le respondió:
—Respuesta equivocada, hijo.
El joven la miró confundido.
—¿Cómo que equivocada?
—Mira —explicó ella—, derramaste café… porque eso era lo que tenías en la taza.
—Bueno, claro… —respondió él sin entender del todo.
Pero ella continuó con firmeza, sin dejar de mirarlo a los ojos:
—Si hubieras tenido té, habrías derramado té. Si tu taza tuviera jugo, habrías derramado jugo. Lo que llevas dentro… es exactamente lo que sale cuando alguien te empuja.
El joven guardó silencio. Empezaba a comprender.
La madre, con voz suave pero clara, siguió hablando:
—Y eso mismo pasa con nosotros, hijo. La vida no siempre avisa. Un día cualquiera… te sacude. Te empuja con un problema, una pérdida, una crítica inesperada… y en ese instante, lo que llevas dentro, eso mismo, es lo que se derrama hacia los demás.
—Puedes fingir estar bien, fingir tener paciencia, generosidad o fe —dijo ella mientras tomaba un sorbo de su café—. Pero si en tu interior estás lleno de enojo, impaciencia, orgullo o frustración… eso es lo que saldrá cuando te zarandeen.
El joven bajó la mirada, en silencio, asimilando cada palabra.
—Así que la verdadera pregunta no es “¿por qué se me cayó el café?”, sino… “¿qué hay en mi taza?” —dijo la madre—. ¿Qué has elegido llenar dentro de ti? Porque cuando la vida te sacuda, eso es lo que vas a derramar.
Ella se levantó despacio, acarició el rostro de su hijo y le dijo antes de ir a la cocina:
—Llena tu taza de cosas buenas, hijo. Llénala de paciencia, bondad, humildad, esperanza. Porque lo que tienes dentro… tarde o temprano va a salir. Y ese momento no siempre te va a dar tiempo para pensar.
Reflexión:
No puedes controlar cuándo la vida te va a empujar, pero sí puedes decidir con qué vas a llenar tu interior.
Llénate de compasión, gratitud y sabiduría, porque eso será lo que ofrezcas al mundo cuando llegue el momento inesperado.
Y recuerda: el verdadero contenido de tu alma se revela… cuando la vida te pone a prueba.
¿Y tú?
¿Qué hay en tu taza hoy?


